Con 
Saturdays=Youth, una de las gratísimas sorpresas  del año, bajo el brazo y abandonando en parte sus dosis de shoegazing  pretérito, su nuevo trabajo enfila las autopistas de la electrónica más  evocadora y melancólica en un panegírico sobre la vida nocturna y la  añoranza que aún late en nuestras venas como rememoración de unos años  que no volverán, pero que agazapados, dejaron sus muescas en nuestros  cada vez menos inocentes corazones.
La combinación perfecta de dream pop, electrónica y capas de  guitarras fueron mimando cada uno de los temas extendiéndolos,  acoplándolos a una encendida audiencia en pleno éxtasis. La melancolía  constructiva perfiló un concierto intenso, hedonista y sensual. Para los  que gusten de comparaciones, fue como meterse en una lavadora girando  con 
Ride y 
New Order en lavado lento y centrifugado a mil revoluciones.

Una sala a rebosar y entregada de antemano, con numerosa presencia  gala como no podía ser de otra forma, recibió calurosa al cuarteto que  miró al pasado en sus tres primeros temas. Un guitarra y un batería  solventes y sobrios eran el complemento perfecto a esa electrizante  pareja que forman a los teclados y voces 
Anthony Gonzalez –portando puntualmente una flamante guitarra blanca para la creación de atmósferas planeadoras-  y 
Morgan Kibby.
La  celebración máxima llegó con “Kim & Jessie”, con un público ya  definitivamente entregado. Notable fue el extraordinario sonido que  brotó de las entrañas de Moby Dick, lo que nos hizo apreciar aún más la  concordancia y emotividad del juego de voces perfecto de “We own the  sky” y la redondez de “Graveyard girl”, otro momentazo de esta  inmejorable propuesta para Halloween.
Sorprendente resultó  también como gana sobre las tablas la riqueza de matices y atmósferas de  “Highway of endless dreams”, así como la presencia magnética, erótica y  extasiante de Morgan Kibby, con esos falsetes y forma tan entregada de tocar; atónito quedé con “Skin of the night”.
Los contoneos reptilianos de ese precoz genio que es Gonzalez intensificaron  su velocidad hasta llevarnos al cielo con esa homilía a la exfoliante  celebración de vivir sin complejos, ataduras o límites que es “Colours”,  inmejorable broche a algo que no debiera haber terminado nunca, como  los mejores sueños.